Alba Ligia Pérez, jueza del Juzgado Tercero Civil municipal de Dosquebradas, negó las pretensiones de rectificación que solicitó Eduardo Menoni al ser vinculado con una Operación de Información que se lleva a cabo en Colombia y que fue denunciada en el artículo Botnet colombiana amplifica artificialmente propaganda de grupo radical de derecha.
Congestionando el sistema judicial y luego de amenazar con tomar “acciones legales”, luego de las revelaciones hechas en la investigación , el autodenominado “refugiado por la Acnur” y “protegido por el Estado” sufrió una derrota comunicacional y judicial ya que una juez negó sus pretensiones.
Según Menoni, un juez de Colombia debía ordenar una rectificación ya, que según las peticiones de su tutela, se habría afectado su buen nombre, honra y se requería una rectificación en condiciones de equidad.
Igualmente pretendía que se hiciera una rectificación donde le dieran 20 minutos de tiempo “en condiciones de equidad” en W Radio donde exigía el mismo tiempo de una entrevista que hizo la emisora al autor de la investigación. Pidió a la jueza se rectificara tanto en radio como en Internet.
No tutelan derechos
El martes 2 de mayo la jueza Pérez notificó a las partes en conflicto su fallo.
En la decisión la autoridad decidió “no tutelar los derechos fundamentales invocados” por Eduardo Menoni por, entre otras, no demostrar con pruebas una supuesta afectación a su buen nombre.
La exposición de la jueza Pérez explica con detalle las razones por las cuales no se tutelaron los supuestos derechos vulnerados de Menoni y en sus consideraciones da una explicaciones que pueden jugar un papel en la comprensión de los fenómenos de desinformación en Colombia.
Igualmente, en su explicación de fallo, se hace una defensa a la libertad de expresión en el caso de un periodista independiente y se ratifica, de una u otra manera, que el Estado colombiano defiende la labor y el derecho a informar.
La exposición de motivos cita la sentencia T-115 de 2019 donde se han definido algunas diferencias entre la Libertad de Expresión y la Libertad de Información. Dos términos que hoy parecen confundirse pero en contextos de desinformación son de vital importancia para un país inundado por noticias falsas.
La jueza indicó igualmente que en algunas ocasiones el derecho a la libertad de expresión entra en conflicto con otros derechos, especialmente con los derechos al buen nombre, a la honra y a la intimidad.
“En estas situaciones se debe hacer uso de la ponderación para solucionar el conflicto de derechos, teniendo presente en todo caso la presunción de primacía de la libertad de expresión”, escribió en la sentencia.
Por lo tanto lo que hizo la jueza fue valorar las particularidades de cada caso, entre otras, la defensa que hizo la abogada de la defensa, Cindy García, quien argumentó que nunca existió vulneración y todo el trabajo investigativo se hizo en un contexto profesional de un periodista profesional con más de 17 años de experiencia que viene desarrollando conocimiento especializado en el área de la desinformación.
Toda la respuesta a la acción de tutela fue realizada por la abogada García.
Igualmente, el hecho se compartió con la Fundación para La Libertad de Prensa quienes escucharon con atención el caso, leyeron la defensa y sugirieron un cambio en el escrito.
La defensa de la tutela se acompañó con pruebas que demostraron la condición de periodista del autor de la investigación y un escrito donde se contextualizó a la juez en lo que significa la desinformación en Colombia y como el propio Menoni escribe en su página web que YouTube le canceló un canal por cuenta de desinformación respecto al Covid.
“(…), a la luz de la jurisprudencia trascrita, no evidencia el juzgado que el accionado afirme que el actor dirige una “bodega” o red de multicuentas en Twitter”, indicó la jueza.
Una afirmación tajante pues Menoni nunca aportó prueba alguna de una supuesta afirmación que indicaba que el autor de la botnet era el autodenominado periodista. De hecho, Menoni tampoco quiso reconocer que en W radio se afirmó con detalle que no era posible identificar los autores de la estrategia de engaño digital.
Ante la ausencia de pruebas se podría decir que se intentó usar la tutela para amedrentar, acallar y desviar la información que se reveló.
Es importante anotar que aparte de la tutela realizada se le suma un continuo ataque digital de cuentas tipo bot anónimas y sucket puppets que desde el día de la publicación han intentado acallar, desviar, desvirtuar e injuriar al autor de la investigación.
Al día de hoy no se ha presentado un argumento periodístico racional que desvirtué los hechos comprobables que permiten afirmar que en Colombia se lleva a cabo una Operación de Información en la categoría Botnet que afecta la opinión pública.
Es importante precisar que los ataques, amenazas y demás publicaciones injuriosas no se pueden atribuir al señor Menoni ya que en su mayoría son producidas por cuentas anónimas.
También es importante señalar que el autor ha recibido amenazas a tal punto que la FLIP sugirió poner en conocimiento de la Fiscalía la situación.
La jueza Pérez indica que la investigación realizada se puede considerar dentro del ámbito de la libertad de expresión y que hacen parte de un trabajo investigativo.
“Dado que dichos planteamientos expuestos por el señor Camilo Andrés García Cortes, no van encaminados a generar situaciones de expresiones o informaciones ofensivas o injuriosas, falsas o tendenciosas, que afecten de manera tal el derecho al buen nombre y la honra que invocó el actor Eduardo Humberto Menoni Blanco”.
La autoridad concluyó que no prospera la tutela ya que entre otras Menoni puede controvertir lo expuesto y no se configuraron los presupuestos establecidos en la sentencia T-155.
“Tampoco el señor Menoni Blanco demostró el perjuicio alegado, ni el riesgo de la publicación, así mismo no acreditó su calidad de protegido por parte de la UNP, ni su condición de periodista, ni allegó prueba sumaria que desvirtué lo expuesto” en la investigación.
Riesgo inútil
Todo el ejercicio investigativo y sus posteriores consecuencias sí que dejan varias enseñanzas acerca de la labor que puede ejercer un profesional al explorar los fenómenos digitales en contextos de desinformación y polarización.
Lo primero es el inminente riesgo de tocar el tema. Teniendo en cuenta que son pocas las piezas de comunicación en Colombia que se realizan para comprender cómo se lleva a cabo el proceso de comunicación en Internet en medio de un país polarizado y violento es claro que un periodista independiente no debería exponerse a un riesgo tan alto. Es una tontería.
¿Vale la pena invertir meses de investigación, educarse para comprender fenómenos nuevos y redactar informes que develen operaciones de información que afectan la información que se consume en Colombia? Dada la experiencia, la respuesta es NO.
Es ridículo, romántico e inútil pensar que un periodista independiente pueda transformar una realidad comprobable como la que se reveló.
Lo que sí se podría pensar es que son las instituciones son las que deberían asumir esos riesgos. Las instituciones tienen defensas jurídicas, recursos económicos y flujos editoriales que puedan soportar situaciones como las descritas.
Durante todo el proceso de la investigación, la respuesta a la tutela y las consecuencias de la publicación el investigador no contó con la ayuda de nadie. De hecho, la respuesta fue asumida por su hermana menor.
Otro hecho es que a pesar de las evidencias Twitter como compañía en Colombia omite sus propias reglas y no evita que operaciones de información sean desplegadas en Colombia. No son capaces de hacer cumplir las reglas referentes a cuentas tipo fans donde claramente son prohibidas cuando inducen al error como pasa en Colombia.
Twitter es una tierra de nadie. Sin filtros o controles. Una tierra fértil para la desinformación y sus complejidades. Una laboratorio de violencia irracional y anónimos incapaces de convivir en una sociedad viable.
La operación de información en forma de Botnet sigue su operación en Colombia. Se ha detectado varios cambios en las estrategias y a medida que pasa el tiempo sus autores intentan seguir escondiendo su incapacidad de convivencia.
La violencia digital sigue su curso y es poco lo que se puede hacer para detenerla. Las cuentas principales que hacen parte de la Botnet son muchas más y siguen diariamente publicando expresiones de odio, desinformación y violencia.
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